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Para que México y sus diferentes sectores productivos puedan alcanzar un desarrollo a la altura de las naciones de primer mundo es necesario que el estado primero establezca una agenda digital, donde el objetivo sea definir una política de inclusión universal a cargo del estado con metas anuales y transexenales en materia de infraestructura, accesibilidad, conectividad y tecnología de información, pero sin perder de vista la reactivación de la política industrial que llevó a la economía a lograr durante casi 40 años índices de crecimiento por encima del 6 por ciento.

Mientras que la mayoría de los 38 países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) cuentan con estrategias o planes digitales que les permiten responder a los retos de comunicación surgidos en los diferentes sectores productivos de la industria en materia de tecnología, en México todavía no se logra materializar una política emanada de la Reforma Constitucional en materia de Telecomunicaciones hace ya ocho años.

Debido a ello, un amplio sector de empresas se encuentra en penumbras y lejos de digitalizar sus procesos con relación a la denominada Industria 4.0.

Si bien en 2013 se elevó a rango constitucional la iniciativa para que el 70% de los hogares y el 85% de todas las MiPyMEs a nivel nacional contaran con acceso a internet a precios competitivos y con una velocidad de descarga de información acorde al promedio que impera en las naciones de la OCDE, la realidad señala que dicha política se quedó en el tintero con escasas posibilidades de que se implemente en lo que resta al presente sexenio gubernamental.

Durante el Seminario denominado Hacia una agenda digital para México, las ponencias de diversos especialistas coincidieron en que el principal socio comercial de Estados Unidos además requiere replantear su condición de país maquilador, la cual asumió a partir de 1983, cuando la administración federal en turno prácticamente dilapidó cualquier indició de política industrial al desaparecer cerca del 80% de la industria nacional limitando las exportaciones.

De acuerdo con el doctor Arturo Oropeza García, vicepresidente del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), el error histórico que mantiene sumido a México radica en haber erradicado la política industrial que alguna vez implemento.

“Desafortunadamente México no ha estado presente en todo el proceso de la transformación industrial del mundo. Las condiciones histórico-políticas de dependencia no lo permitieron y no fue sino hasta el siglo XX, durante la década de los 30 y 40, cuando el país comenzó a industrializarse a través de una sustitución de importaciones. Sin embargo, una decisión política de gran calado relegó al país bajo el argumento de que la política industrial no debía existir”, indicó.

Asimismo, el doctor Oropeza, quien además colabora de manera permanente en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, dejó en claro que el resultado económico de haber renunciado a participar en política industrial, hasta hoy, resulta desastroso.

“Al negarse a apoyar al sector privado en materia de industria, las políticas de estado generaron un resultado brutal, pues entre 1950 y 1982 el promedio de crecimiento económico anual era del 6.2%, pero desde que se canceló y crucificó a la época de industrialización mexicana los índices anuales cayeron al 2.4% como máximo. Es decir que en más de tres décadas no se ha podido recuperar lo que se venía haciendo bien y eso nos condena a ser un país dependiente”, enfatizó.